Some Personal Experiences with Fish as Antimosquito Agencies in the Tropics

Daniel M. Molloy International Health Board, Managua, Nicaragua

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Sumario

Este interesante e instructivo artículo que el autor, miembro del cuerpo directivo de campaña de la Junta de Sanidad International, titula ‘Experiencias personales tocante al uso de los peces como agentes destructivos de los mosquitos en los trópicos,” merece la atención de todas aquellas personas interesdas en el dominio de las enfermedades causadas por los mosquitos.

Nos habla primeramente de la fase histórica de la malaria, principalmente en las Antillas y Centro-América, y de como la inmunidad aparente de las Barbadas a pesar de estar rodeada de centros de mucha infección, se averiguó ser debida al papel natural que desempeñan los pececillos como agentes de destrucción de las larvas de mosquitos. Con profusión de detalles explica los conocimientos y experiencias adquiridas por las autoridades sanitarias en varias partes del mundo que confirman la importancia de este medio de dominio. Desde el año 1918 se han usado con éxito en las islas Hawaii, prácticamente en todas las Antillas y en Panamá por las autoridades sanitarias americanas. Nos dice que Carter es de opinión que con anterioridad a estas fechas, el uso de peces jugó un papel muy activo en los trabajos de control del Stegomya en Cuba de acuerdo con las recomendaciones del Comandante Kean del Cuerpo Médico del Ejército de los E.U.A. Esto no se supo hasta que Connor hizo uso de ellos en su campaña en contra de la fiebre amarilla en Guayaquil en el 1919.

Se usan dos especies conocidas técnicamente bajo el nombre de Gambusia affinis (pececillo de superficie) y Heterandia formosa. Ambas especies, dice Molloy, abundan en la región sur del Atlántico, en las márgenes someras de los lagos, pozos y corrientes de las regiones de marea. Recomienda la lectura del informe que tocante al uso del pececillo de superficie ha publicado la Junta de Sanidad Internacional y lo que acerca de este mismo particular ha escrito Mr. Hildebrand del Negociado de Pesquerías de los E.U.A.

Molloy refiere el haber llegado a Nicaragua en el verano del 1915 con el propósito de ayudar al gobierno de aquel pais en los trabajos anti-uncináricos. En agosto visitó a Corinto para investigar un brote de fiebres de orígen desconocido. Se encontró con que el paludismo campeaba alli y que habían muchos casos de la enfermedad localmente conocida como fiebre colibacilar (paratifoideas). También notó la presencia de dengue entre los marinos de un cañonero en el puerto. Una inspección de las clases de mosquitos demostró la presencia, en gran profusión, de dos especies de Anófeles, a saber: A. albimanus y A. argyrotarsis. El Aedes calopus también existía en grandes proporciones.

Empezó seguido a buscar el pececillo de superficie en las corrientes de agua cercanas, mientras tanto introdujo medidas de desagüe y petrolización. Poco después dió comienzo al trabajo de surtir los pozos y otras aguas con peces. Poco después de haber cesado la inspección sanitaria del puerto, se presentó un brote de fiebre amarilla (1919) lo que estimuló un nuevo reconocimiento sanitario del puerto. Del resultado de esta indagación, como así mismo teniendo en cuenta el éxito obtenido con peces en Tuxpán, Tampico y otros centros epidémicos de Méjico, se instituyó esta medida con vigor y en mayor escala que antes.

Usó un pececillo de superficie, vivíparo, conocido en la localidad con el nombre de “olamina” (no es Gambusia) y clasificado técnicamente como Poecillia sphenops. Existe en toda la América Central y es de constitución fuerte. Como posee la abilidad de saltar mucho, hay que domesticarlo a su nuevo ambiente. Se transportó de un lado a otro en los envases de lata de kerosene de 5 galones. En voracidad no tienen igual. Empieza a devorar larvas dentro de los treinta segundos de haberse echado al agua. Son muy prolíficos y no hay necesidad de establecer criaderos. De cuatro a doce peces son bastante provisión para los envases caseros. En realidad, añade Molloy, cualquiera variedad de pez puede usarse satisfactoriamente. Durante la campaña surtió más de 50,000 depósitos, vasijas, etc., en varios puntos usando por todo unos 300,000 peces. La fiebre amarilla desapareció prontamente y la reducción general de mosquitos se manifiesta aún.

Es de opinión que los peces constituyen el único factor para llevar a cabo el control natural de los criaderos de Anófeles. Son en realidad diminutos oficiales sanitarios. Posee la convicción de que Managua no sería habitable sino fuera porque estos enemigos inveterados de los mosquitos abundan en el lago. Cita dos ejemplos de control natural de mosquitos por medio de los peces, a saber: el valle Menier, Departamento de Granada y Ciudad Managua en donde, debido a la presencia de peces, es raro el encontar una sola larva y desde luego ningún Anófeles. Su propósito, principal, nos dice, es el dar énfasis a las posiblidades del control sistemático por medio de peces, especialmente en los trópicos. Desde luego es de importancia el ayudar a los peces en todo lo posible, limpiando de vegetación, maleza y otras acumulaciones a los bordes de los tanques y arroyos, desaguando los empozamientos de agua de lluvia y rellenando los puntos de acumulación de agua.

Dice al terminar que no ha tratado de presentar todas las fases del dominio del mosquito por los peces; que está plenamente convencido que el pez es un factor de ayuda notable en el trabajo sanitario. No es panacea, añade, pues existen condiciones que imposibilitan su efectividad. Dice que deben siempre usarse aunque las probabilidades de éxito no sean aparentemente favorables. Si les ayuda inteligentemente, generalmente producen buenos resultados.

Author Notes

 

 

 

 
 
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